"Como descienden la lluvia y
la nieve de los cielos y no vuelven
allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé
simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi
boca, que no tornará a mí de vacío, sin
que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié." (Profeta Isaías 55, 10 - 11)
Quise iniciar este compartir
de experiencias con las palabras del Profeta Isaías, que nos introducen en un
ambiente de expectativa por el hecho de referirnos a la palabra de Dios. Eso ya
es un signo de algo grande y hermoso que se quiere presentar. No hay duda
alguna en este caso que se trata de eso, porque se trata de compartir sobre un Hijo de
Dios y hermano nuestro: fray
Roberto Figueroa. Él se durmió para esta vida hace algunos meses producto de
cáncer, pero su testimonio entre nosotros que lo conocimos sigue vivo.
Estas breves palabras no quieren
ser una biografía de Roberto Figueroa, pero para tener un marco histórico es
necesario hacer uso de algunos datos biográficos como referencia. Trataré de no perder la
finalidad de ser un acercamiento de
manera sencilla a su persona y partiendo del contacto que pude tener en su momento con él.
Fray Roberto Figueroa, Fraile Menor Capuchino
y sacerdote. Mejor conocido por los hermanos de la orden como "el Chero", como
cariñosamente le llamaban los hermanos. Nació el 10 de marzo de 1944 en
Metapán, Santa Ana, El Salvador. Hijo de Timoteo Guzmán y María Figueroa.
Siendo el tercero de seis hermanos. En su pueblo natal, Metapán, conoció a los Frailes Capuchinos y allí nacieron sus inquietudes vocacionales. Esas inquietudes se
hicieron realidad después de trabajar dos años como maestro. Hizo su
primera profesión el 25 de enero de
1970. Su profesión Perpetua el 25 de enero de 1973 y su ordenación sacerdotal fue el 19 de marzo
de 1977en Chiquimula, Guatemala, por imposición de manos de monseñor
Constantino Luna.
Conocí personalmente a Fray Roberto en el mes
de octubre de 2008, mientras tenía una experiencia con los frailes en la fraternidad la
Natividad en Santa Ana, El Salvador. En la cena me dirigió la palabra diciendo
¿usted es seminarista diocesano? Le dije
que yo era aspirante a la orden. Ese fue mi primer contacto con Fray Roberto,
ya antes lo había observado celebrar la misa en la iglesia de la comunidad pero
nunca había entrado en contacto directamente con él.
Quiero detenerme y tratar de expresar las experiencias que de una manera indirectas
tuve de su persona como hermano Capuchino y sacerdote.
Siendo novicio en el año 2010. Admiraba su
deportividad, el corría y montaba
bicicleta. En algunas ocasiones llegaba al noviciado, se tiraba sobre la grama y debajo de un árbol que esta frente a la
entrada del noviciado comenzaba hacer ejercicios de estiramiento. Cuando lo
miraba le comentaba a los hermanos que compartían conmigo ese año ¡miren el
Chero se cuida, no de balde se ve tan sano para su edad!
Pero hay algo que marcó mi experiencia de
noviciado. Recuerdo que durante una homilía dominical el dijo “no debemos encasillar
a Dios en la historia”. Él lo expresaba con un gozo leyendo el texto de su
Biblia personal que tenía un forro negro (siempre que presidia la eucaristía
leía directamente de la Biblia).
Admiré mucho en él el acompañamiento que daba
a las comunidades eclesiales de base en la parroquia san José en Ocotepeque,
Honduras. Era un proceso ya conocido por él desde que estaba en la parroquia de
la Encarnación, ubicada en el mismo departamento. Desarrollaba ese trabajo, como
le caracterizaba, con todas las energías
posibles.
Fray Roberto, como digno e hijo de san
Francisco de Asís y a la vez como ministro de la Iglesia, proclamaba esa palabra en vida haciendo germinar las semillas en los
corazones de quienes lo escuchaban. Su vida se hizo buena nueva para todas las
personas que entraban en contacto con su
persona aunque él era reservado fue siempre sincero y leal a sus convicciones. Y me refiero a él como "buena nueva" porque con el testimonio de
su vida muchos reconocerán en él a un cristiano comprometido haciendo plena la promesa de la palabra de Dios de que nada vuelve a Él vacío.
Para algunos estas palabras pueden ser
tardías en su publicación y carentes de sentido literal o religioso. Pero mis
palabras solo quieren cumplir el fin de liberar mis sentimientos y expresar mi
pensamiento personal ante la realidad inmanente como es la muerte.
Para poner fin a este breve acercamiento a la
persona de Fray Roberto me acuerdo que él decía “vamos a descansar en la
eternidad”. Descansa hermano, ahora estas con Cristo a quien te entregaste en
vida como fraile y sacerdote.
Si al igual que yo, después
de leer estas palabras, sientes que las palabras del profeta Isaías se cumplen
en la vida de nuestro hermano Capuchino Roberto, recordémoslas para terminar:
"Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié." (Profeta Isaías 55, 10 - 11)
al igual que usted yo tambien admiro a fray Roberto ejemplo de entrega hasta el final es de los pocos que se han ido con onda al cielo se fue directo bendiciones
ResponderEliminar